
La Guilfa es, en el Asturiano ancestral, el viento gélido que precede la nevada que sana el suelo al que se aferran, retorcidas, las cepas de Verdejo negro y Carrasquín de las que nace este vino. Afinado durante ocho meses en las mejores barricas de roble francés, es un vino profundamente atlántico.
Notas de cata: Color rojo picota intenso, con leves destellos violáceos en el ribete. Limpio de dos capas sin defectos. Lagrimeo uniforme haciendo una bonita campana. En copa parada fruta roja muy madura, cacaos, cueros y minerales y hongos lejanos. En copa movida se vuelve a manifestar la fruta muy madura intensamente, envuelta en notas terciarias agradables con vainillas finas, algo de coco, cacaos, cueros limpios, tinta china y sobre ellas pizarras metálicas y hongos recién cogidos muy marcados. Su entrada en boca es golosa, aterciopelado, muy equilibrado, con una muy buena acidez, y sin ningún tipo de aristas, estructurado y con cuerpo adecuado, manifestando en boca las sensaciones percibidas olfativamente, en el que el terruño se manifiesta de forma considerada. De persistencia alta, en retronasal queda marcado por las notas minerales y de tierra, mientras que en retrogusto la fruta deja su impronta.